Tecnologías aplicadas al periodismo

EN DEFENSA DE ÁLVARO ALVARADO

Por James Aparicio*
En los últimos cinco meses he leído dos artículos, publicados en los diarios La Estrella de Panamá y La Prensa, escritos y firmados por el periodista Alvaro Alvarado, titulados "Mi Vía Crucis en Democracia" y "Periodismo en Democracia", donde el comunicador social denuncia con vehemencia las presiones de las cuales es objeto y de una campaña de infundios y amenazas constantes y crecientes. Su testimonio debe movilizar al periodismo nacional, a la defensoría del pueblo, a los derechos humanos y al propio gobierno, por la gravedad de los hechos.
Los periodistas son, en la democracia, el primer vehículo para que se conozcan los problemas,conflictos, casos de corrupción e injusticias.
Fueron las publicaciones del diario La Prensa, con declaraciones del excoronel Roberto Díaz Herrera, las que dieron al traste con el régimen militar y descubrieron lo que ya se denunciaba alrededor de la cúpula militar de entonces.
Las preocupaciones de Alvarado de noviembre, son similares a las de abril. Llamadas telefónicas intimidantes, correos electrónicos con amenazas, chats con insinuaciones de violencia y agresión física y duras críticas en emisoras de radio, inclinadas a defender la gestión gubernamental, con un lenguaje que va más allá del debate y terminan cayendo en la diatriba.
Si algo que se puede descatar de este periodista chitreano, es su independencia y también su valentía.
Productor y presentador de Esta es mi Tierra, Productor y conductor de Debate Abierto y Choque de Opiniones y ahora conductor y principal periodista del noticiero matutino de Telemetro Reporta, es sin lugar a dudas, de una generación de periodistas y comunicadores sociales, que se han puesto al servicio de la comunidad.
El periodismo no es perfecto. Todos los comunicadores sociales han errado en algún momento de su ejercicio profesional y en la emoción por destruir los monstruos que amenazan la democracia, se han cometido excesos y hasta olvidado el equilibrio que reseñan los libros.
Fue el periodismo el que descubrió en los últimos cuarenta años los más sonados casos de corrupción pública y con su testimonio de cobertura, abrió los ojos a la investigación sobre el incendio en el centro de cumplimiento de menores, el pasado 9 de enero.
Alvarado no es, ni será "monedita de oro" para todos. Sin embargo, el desacuerdo no puede dar pie a que desconocidos o personas con nombre y apellido se contagien de lo ilegal para intimidar o intentar callar a un periodista, comentarista o reportero, que cumple con las obligaciones de su trabao profesional.
No voy a juzgar a quienes a través de la televisión o la radio, han lanzado un intenso "fuego graneado" contra Alvarado, porque en defensa de la libertad de expresión, hasta esos duros cuestionamientos son parte del principio que defendemos.
Sin embargo, no comparto los ataques personales, las insinuaciones agresivas y el acoso político contra un periodista o un colega de la prensa nacional.
En los regímenes de fuerza y también en democracia el periodismo tiene sus adversarios y también sus enemigos. Es propio del oficio.
En dictadura, el dictador y su aparataje. En democracia el crimen organizado, la mafia de las drogas, los radicales, los políticos corruptos, las coorporaciones que desafían a la ley y el autoritarismo.
Hemos pasado de la demanada por calumnia e injuria al enfrentamiento directo.
Habrá que hacer un alto porque un periodismo bajo fuego, debilita las instituciones propias de la democracia moderna. Y esto incluye la integridad de los periodistas y comunicadores sociales.
Aquí hace falta más valentía de los gremios del periodismo, la sociedad civil, los gremios de la empresa privada, los partidos y los líderes de opinión.
Panamá se merece la recuperación del camino correcto. Y todo parece indicar que el camino está torcido con todos sus peligros.
Artículos publicados por el periodista Alvaro Alvarado
Mi vía crucis en democracia
Por Alvaro Alvarado
Veintiséis años han pasado desde que tomé la decisión de abandonar mi patria chica, Chitré, para venir a la ciudad con el gran sueño de convertirme en un profesional y construir una familia. Como todo en la vida, comenzar no fue fácil, pues, a diferencia de mis compañeros de la capital, para mi todo se complicaba por ser un joven que ni siquiera conocía las calles y avenidas de la gran ciudad.
Fui superando los obstáculos que la vida me presentaba con la ayuda de mi familia, que, con un gran esfuerzo y sacrificio, me dio todo su apoyo para seguir adelante. En diciembre de 1989, en Panamá reinaba el caos y la incertidumbre, bombas, muertos y saqueos. Se me presenta la oportunidad de mi vida: trabajar como periodista en la Corporación Panameña de Radiodifusión. Asumí el reto y hoy, casi 21 años después, he logrado ganarme el respeto de la comunidad panameña por mi verticalidad e independencia, valores que aprendí de mi hogar y de mis profesores.
En estos 21 años he dado cobertura a cuatro elecciones presidenciales y me ha tocado compartir con cinco gobiernos diferentes. Durante todo este tiempo he vivido momentos difíciles, pero llevaderos, en los que nunca una crítica o un cuestionamiento fue considerado como una conspiración contra el gobierno. Las cosas han cambiado y hoy los niveles de frustración que siento me obligan a denunciar los duros ataques personales de que estoy siendo víctima desde dos medios de comunicación vinculados a altos personeros del gobierno.
Estos dos medios utilizan para sus malsanos propósitos a verdaderos mercenarios del micrófono, que como niños con juguete nuevo, juegan sin ninguna clase de escrúpulos con la noble tarea que impone el periodismo. ¿Pero cuáles han sido los pecados que he cometido para que estos personeros del gobierno, allegados al presidente de la República, hayan decidido derramar todo su odio e intriga en mi contra y de mi familia?
Hoy, me confieso ante el Altar de la Patria y dejo al descubierto mis posibles pecados:
1. Haber cuestionado a un oficial de la Policía Nacional al golpear a dos trabajadores de una estación de gasolina.
2. Haberme hecho eco de las críticas al gobierno por la contratación de una empresa familiar para el bordado de los logos de las camisas de trabajo.
3. Haber cuestionado a las autoridades por el incremento en los niveles de criminalidad en nuestro país.
4. Haber sido fundador del movimiento ciudadano Cruzada por la Paz.
5. Mi apoyo desinteresado al proyecto de transformación educativa, por considerarlo necesario para el desarrollo del país.
6. Pedir al gobierno que reconsiderara la decisión de aprobar la ley 30 tal y como se hizo, desconociendo las críticas de la sociedad civil.
7. Haber llamado insistentemente a nuestros gobernantes para que atendieran el problema de Bocas del Toro previendo una explosión social.
8. Haber pedido a gritos a las partes en conflicto por la Ley 30 que se sentaran a resolver el problema por la vía del diálogo.
9. Mi apoyo al proyecto del Metrobús ante el caótico sistema de transporte existente en la ciudad capital que tanto luto y dolor ha ocasionado en los hogares panameños.
10. Haber preguntado en múltiples ocasiones, dónde quedaron las promesas de campaña encaminadas a reducir los precios de la canasta básica familiar.
11. Haber criticado el rumbo que ha tomado nuestra justicia, luego del nombramiento de los dos nuevos magistrados y la salida de la procuradora general de la Nación, Ana Matilde Gómez.
Pregunto ahora, ¿qué pecado mortal he cometido o es que en democracia el decir lo que uno piensa tiene un costo tan alto?
La situación ha llegado a tales niveles que he pensado que hasta mi vida corre peligro por algunos mensajes que he recibido y que a veces prefiero pasar por alto.
Los periodistas serios no somos enemigos del gobierno, lo que queremos es que se cumpla con las reglas de la democracia. Un país donde se respeten las instituciones, la libertad de expresión, la independencia de los poderes, donde exista una verdadera justicia.
'Sin Libertad de Expresión y sin el libre ejercicio a la profesión no hay democracia'.
*PERIODISTA.
Publicado en La Estrella de Panamá
Periodismo en democracia
PorÁlvaro Alvarado
El 11 de noviembre pasado escribí un artículo en el que denuncié una serie de ataques y amenazas de que era víctima, por el simple hecho de ejercer mi profesión de periodista. Personas sin escrúpulos, valores ni solvencia moral eran los autores materiales e intelectuales de tales campañas dirigidas a destruir mi credibilidad con todo tipo de calumnias e injurias.
En aquel momento, conversé sobre el tema con el presidente, Ricardo Martinelli, y, luego, con el ministro de la Presidencia, Demetrio Papadimitriu, ambos me expresaron su rechazo a ese tipo de prácticas, señalando que tomarían las medidas para que estas cosas no siguieran sucediendo. Han pasado cinco meses y ahora la situación se ha vuelto a complicar.
La Estrella de Panamá reveló, en su edición del lunes 21 de marzo, la existencia de un supuesto complot para sacar a la Lic. Ana Matilde Gómez de la Procuraduría, denuncia que fue hecha por la Lic. Zulay Rodríguez. Esta noticia tenía, según mi parecer y el de la mayoría de los medios periodísticos del país, un gran peso por los personajes que estaban involucrados. En ese momento, comencé a mover cielo y tierra para lograr que la denunciante estuviera en mi noticiero hablando del tema. Luego de muchos esfuerzos logramos que Rodríguez aceptara nuestra invitación y fue así como empezó nuestro seguimiento del delicado tema.
Ese fue mi gran pecado; desde ese día comenzaron las llamadas y los mensajes de advertencia en los que me decían que me preparara, porque los involucrados en el supuesto complot estaban tramando un plan con el fin de desacreditarme a como diera lugar. Las advertencias pasaron a amenazas; la pasada semana recibí llamadas en las que me decían que si no dejaba el tema Zulay a la buena, lo haría a la mala, porque iban a destruir mi reputación, haciendo uso de cualquier patraña.
Las advertencias y amenazas se convirtieron en realidad y hoy algunos títeres, mercenarios, nuevos Codepadis o sicarios de los medios, que se autodenominan periodistas o analistas, han iniciado una campaña negativa en mi contra, por el simple hecho de ejercer el periodismo. Pero lo preocupante de todo esto es que los ataques se originan en programas en los que solo se escucha propaganda de Gobierno. ¿Debería, entonces, deducir que gente vinculada al Gobierno está detrás de estos ataques?
El 20 de diciembre de 1989, cuando se produjo la caída de la dictadura militar, soñé que nunca más volveríamos a vivir esos momentos, cuando ejercer el periodismo era un peligro; sin embargo, tengo que confesar que la situación ha llegado a tal nivel que a veces siento temor y hasta deseos de colgar los guantes, hacer maletas y salir huyendo de este país. Pero me siento, reflexiono y me digo a mí mismo que la lucha por construir un mejor Panamá, en el que se respete y valore el libre ejercicio de la profesión, tiene que seguir.
Durante estos 21 años de actividad periodística me ha tocado ver cómo los políticos que están en oposición aplauden a los medios cuando divulgan escándalos que involucran al Gobierno, sin embargo, esos mismos políticos al llegar al poder convierten a los medios en enemigos cuando los hallazgos que se divulgan tienen relación con su gestión de Gobierno.
No puede ser que, por el simple hecho de expresar lo que uno siente y piensa, tengamos que vernos sometidos a situaciones en las que se intimida, atacando al mensajero y no el mensaje.
* Publicado en el diario La Prensa

0 comentarios:

Publicar un comentario

VISITANTES DEL MUNDO